Se grabó a fuego, como una imagen residual. El chico que
observaba el infinito no pudo nunca olvidar. Todo aquello. El ruido y la furia.
La serenidad. Todo aquello que la componía como un ente extraño y perfecto.
Fuiste y serás misterio. Enjambre de contradicciones, siempre en suspense,
volátil. Inerte.
Una supernova, una estrella que muere y sigue brillando
durante miles de años luz. Un universo encerrado en un pequeño y precioso cuerpo.
Mi pequeña Lady Blue. En la sala de mando, rumbos
cambiantes, imposibles de seguir. No existen. Solo tú. Lady Blue. Estás y me
importas. Y existes y eres. Por siempre todo aquello. Todo aquello que el chico
que observaba el infinito esperaba, sentado con un lápiz en una mano y un
cuaderno en la otra.
“Sin control sin dirección, la luz se fue, a donde voy…”
es tan precioso, tan perfecto que la chica que siempre tiene algo que decir por primera vez se ha quedado sin palabras. Me encantó y me encanta, al igual que tú. Millones de besos azules!
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